16 Jun “Nosotros hacemos confianza”
En 2012 Gustavo Reverón y Karen Groenenberg crearon la cabaña Don Abraham. Con mucho trabajo e inversión en genética, lograron uniformidad y consistencia. De la mano de Rústicos se posicionaron y hoy su hacienda es demandada de distintos puntos del país. Pasado y presente de un proyecto ganadero con mucho futuro.
El orgullo de ser. Eso es lo que le brota por los poros a Gustavo Reverón cuando habla de su vida como ganadero y de Don Abraham, el proyecto de cabaña que arrancó en 2012 con Karen Groenenberg, su compañera en la vida y en el campo.
El orgullo de pertenecer. Eso es lo que le brota por los poros al Negro cuando habla de Rústicos y de este presente de reconocimiento general del mundo ganadero.
Agradecimiento y lealtad. Eso es lo que le brota por los poros a Gustavo cuando habla de Sergio Amuchategui -su amigo y consignatario de confianza- y de Juan García -el asesor genético que le marca el camino-, dos personas que son fundamentales para que él pueda sentirse orgulloso de ser y de pertenecer.
“Karen tendría que estar acá, sentada conmigo y hablando de todo esto. Pero está en la manga trabajando, ‘lavando’ unas vacas”, aclara el Negro de entrada y deja en claro las bases de Don Abraham. Son un verdadero equipo, los dos trabajan por igual; y es evidente que al proyecto no le sobran manos. “Esto demanda mucho tiempo y mucho trabajo, y lo hacemos nosotros”, dice sobre el día a día en el campo que está a pocos kilómetros de Claromecó.
Si bien en el pasado los dos habían tenido relación con la hacienda, el cambio de rumbo y la apuesta en serio por un proyecto ganadero comenzó en 2012. “En este campo mi suegro había tenido vacas en su momento, pero hacía años habían liquidado el rodeo. Entonces como con Karen teníamos el plan de venirnos a vivir acá nos planteamos volver a la ganadería”, recuerda.
“Nuestra base está en Rústicos. Empezamos comprando vacas puras de pedigree de la cabaña Aitue de Daniel Fuente, también en Tres Marías de Gutiérrez. Y paso a paso fuimos avanzando”, dice y suspira. “Es un proyecto que nos da muchísimo orgullo, yo estoy muy contento con lo que tenemos hoy en casa”, agrega con la emoción corriéndole por la piel.
Lo que el Negro y Karen tienen es una explotación mixta, con un rodeo de unas 300 vacas, de las cuales 90 se destinan a la cría del pedigree, y el resto para producir un ternero que tras una rigurosa selección puede transformarse en un toro puro controlado y si no se vende. En el caso de las vaquillonas puro controladas salen para la venta preñadas o como vaquillonas para entorar.
Cuando le toca explicar cómo está formado el grupo de trabajo que le da forma a Don Abraham, el Negro se ríe. “Hablar de grupo… El nuestro es un equipo muy reducido. Somos nosotros dos, más Juan (García) y una gran incorporación que hicimos este año: Emiliano, que trabaja exclusivamente en la cabaña”, dice.
“Acá hacemos todo nosotros, damos de comer, atamos, bañamos. Hay que estar todos los días. La cabaña te demanda tiempo, esfuerzo, inversión, son muchas cosas”, agrega. Pero deja en claro que todo eso vale la pena.
Entonces, cuenta con satisfacción que días atrás estuvo de visita Francisco Gutiérrez, uno de los cabañeros más importantes que tiene Angus. “Además de ser un amigo, tenemos un convenio con Tres Marías, y vino a ver la hacienda. Casi todos nuestros animales tienen genética de su familia”, explica Gustavo.
La conversación se interrumpe unos minutos, el equipo es chico pero el proyecto es grande, así que el Negro tiene que ayudar a Emiliano a encerrar algunos de los toros que se rematarán en el Rústicos “Premium” del próximo viernes 25. Cumplida la tarea, vuelve a meterse en la charla.
“¿Qué tipo de toro hacemos? Estamos tratando de buscar criar un toro funcional, que pueda ir a una exposición a competir y que también salga de acá y el comprador lo pueda largar a su rodeo y que funcione desde un principio”, explica. “Son toros ágiles, blandos, que se sueltan. Y que salen de la cabaña y van a dar servicio a cualquier campo”, completa.
Con entusiasmo asegura que no están tan lejos de producir el toro que buscan. “El animal ideal uno lo tiene en la cabeza y creo que acá tenemos muchos toros buenos. No hay mucha distancia respecto a lo que uno busca en cuanto a funcionamiento. Eso es que el toro se exprese en el rodeo y al campo que vaya”.
“La Argentina tiene pocos proyectos genéticos. Juan García es el director de uno de los pocos que hay, y la gente paga por eso, busca genética que se exprese en su campo, sea dónde sea”, dice, y por el modo que se manifiesta es evidente que al margen del costado comercial, el reconocimiento alcanzado por Rústicos lo moviliza.
“A Rústicos lo llevo en el corazón”, suelta el Negro y se quiebra hasta las lágrimas. “Es algo que arrancamos con Sergio hace mucho y ver lo que se ha logrado, lo que hoy es Rústicos, un remate con prestigio, en el que se junta calidad genética y cantidad, es muy lindo”, dice.
Con orgullo, el Negro dice convencido: “A Rústicos nadie lo discute en el ámbito ganadero, lo reconocen como un proyecto genético bien afirmado. Tenés gente que viene a buscar vacas y toros desde San Luis, de Córdoba, de La Pampa. Y los que compran, después vuelven a hacerlo. Es decir que el producto que estás vendiendo es bueno. Hacemos un producto que perdura en el tiempo, que convence al cliente. Hacemos confianza”.
El Negro está convencido de que el proyecto que inició con Karen transita el camino correcto, “producimos lo que la gente está necesitando”. Si se trata de desafíos, él dice que en Don Abraham “hay desafíos todos los días”.
Pero hay una ilusión que Gustavo acuna desde que iniciaron la cabaña: lograr una buena bandera en Palermo. “Sabemos que estamos por el buen rumbo, pero también que hay que ir paso a paso”.
Y en Don Abraham, donde abunda el trabajo, el paso siguiente es terminar la filmación que Gabriel Varela está haciendo para el remate Rústicos Premium. Karen sigue en la manga, así que al Negro no le queda otra que subirse otra vez al cuatri e ir a darle una mano a Emiliano con los toros. (Fuente: La Voz del Pueblo)