Lobo con piel de ternero

El médico veterinario Néstor “Lobo” Chiaravalli lleva más de cuatro décadas entre las vacas y es un referente de la raza Angus. Como asesor genético supo posicionar a las cabañas en las que trabajó, logró grandes campeones en Palermo, exposición que también tuvo el honor de jurar. A los 68 años sigue vigente y tiene la misma pasión por la ganadería que cuando empezó

 

La charla prevista para unos 20 minutos terminó extendiéndose casi una hora. “Yo puedo estar dos días seguidos sin parar hablando de vacas”, dice el Lobo antes de despedirse. Una frase que pinta en un solo trazo el perfil de Néstor Chiaravalli. Antes que nada, este platense nacido hace 68 años es un apasionado de la ganadería.

Médico veterinario, genetista, asesor y jurado, con la pasión como combustible, el Lobo trabaja hace más de cuatro décadas entre las vacas y toros, y asegura que lo seguirá haciendo mientras pueda manejar. Da por sentado que la llama no se le va a apagar nunca. “A mí me gusta estar en el campo seleccionando animales, que es lo que hice toda la vida”, dirá varias veces.

Amor animal

Hijo de un padre ingeniero civil y una madre licenciada en filosofía, la relación entre el Lobo y el agro nació porque la familia de su mamá tenía campos en Azul, Tapalqué y General Alvear. Casi que se puede decir que los suyo con las vacas fue amor a primera vista. “Siempre supe que quería ser veterinario. Dudé solamente cuando falleció mi papá, que fue justo antes de entrar a la universidad. Me pareció que podía ser médico, pero no pasó más que una duda”.

Superado ese momento personal crítico, el Lobo se metió de lleno en la carrera y no sólo se recibió en cinco años sin un bochazo, sino que empezó a trabajar de su profesión antes de recibirse. “Siempre me gustó mucho la zootécnica y la genética, y mientras cursaba me propusieron entrar en lo que hoy es El Madrigal SRL, cabaña La Pastoriza, que en ese momento tenía otro nombre”.

Chiaravalli junto a parte del equipo de La India en la Exposición Nacional de Primavera de Tandil de 2021, donde la cabaña debutó en las pistas y sus tres animales lograron premios

 

Siendo estudiante representó a la Universidad Nacional de La Plata en el concurso de jurados de universidades en el marco de una de las exposiciones de Palermo de la Sociedad Rural Argentina. Los representantes de la UNLP ganaron la competencia por equipos, mientras que Ricardo Orazi, hoy el dueño de La Pastoriza y con quien el Lobo mantiene una gran amistad todavía, se impuso en el individual. “El papá de Ricardo me ofreció trabajar con ellos y empecé”, recuerda.

La experiencia en La Pastoriza terminó siendo el complemento perfecto en lo que a capacitación a campo se refiere con lo incorporado en la facultad. “Si bien El Madrigal tenía un rodeo de pedigree, como cabaña empezó en 1979. Y a partir de ahí me dediqué a pleno. Además de hacer todos los trabajos de veterinario, estaba en la administración de los campos que tenía la empresa en ese momento, y preparaba y sacaba los animales a pista”.

La posibilidad de realizar algunos viajes a Estados Unidos para ver y aprender más del mundo de las cabañas también fue determinante para la evolución de La Pastoriza y del Lobo. “En las exposiciones nos fue bárbaro, sacamos dos grandes campeones nacionales con dos terneras dos años seguido”, indica. Pero la llegada de Juan, el primero de los tres hijos (luego llegarían Agustina y Magdalena) que tendría con Maricé, su compañera de vida desde hace casi cuatro décadas, hizo que decidiera buscar nuevos desafíos.

“Eran tiempos que no había celulares, y yo me iba de mi casa los lunes, volvía un ratito el miércoles, y me iba de nuevo hasta el sábado. Necesitaba estar más tiempo con mi familia, por eso hablé con Ricardo y en muy buenos términos después de 10 años dejé de trabajar en El Madrigal”.

Los Abuelos

El próximo destino del veterinario fue Los Abuelos de Stratum, donde ingresó en 1990. Primero se hizo cargo de la cabaña del puro controlado y luego del pedigree; se hicieron frecuentes los viajes a Estados Unidos, y a esa altura ya era un habitual jurado de la Asociación Argentina de Angus en las exposiciones regionales.

Fue en Stratum donde sintió lo que era ganar un Gran Campeón de Palermo y también donde, entiende, tuvo un crecimiento profesional exponencial. Pero el Lobo volvió a sentir que necesitaba nuevos desafíos, que trabajando para una sola cabaña estaba un poco estancado y luego de una década se despidió de Los Abuelos.

En la Exposición Angus del Centenario, cabaña La India, que es asesorada por el Lobo, se quedó con la Reservada Gran Campeón Hembra Colorada

 

“Se trató netamente de un desafío personal y empecé a trabajar con pequeñas cabañas”, explica. Cada nuevo proyecto implica el armado de una estructura y un equipo de trabajo que terminan siendo determinantes para que el programa genético encarado sea exitoso. Y eso es algo que el Lobo tiene muy claro, siempre se asume como un engranaje más de un grupo, como parte de un conjunto.

Nada de casual tiene eso, la importancia de conformar buenos equipos es una de las máximas que aprendió de chico cuando comenzó a jugar en La Plata Rugby Club.

El Lobo

Del rugby le quedó también el apodo, una ocurrencia de algún compañero del club que le quedó tatuado para siempre. “Hasta mi mujer me dice Lobo. Nadie me llama Néstor”, cuenta.

“¿Por qué Lobo? Porque de chico era medio peleador, y por eso me mandaron a jugar al rugby”. Y sus primeros compañeros de La Plata le pusieron el sobrenombre. El Lobo ya de adolescente dejó de pelearse con otros, pero siempre mantuvo su fiereza para salir adelante ante las pruebas que le puso la vida. Eso fue determinante para que en el amanecer de los años 2000 superara un infarto que lo quiso sacar de las pistas.

El episodio médico lo obligó a bajarse de la camioneta y dejar de ir al campo. Pero le surgió una oportunidad más que interesante. Por aquel entonces Leo Werthein, con quien el Lobo tenía una muy buena relación, presidía la Asociación Argentina de Angus, y le propuso liderar un proyecto nuevo de la entidad: el Madre Angus Seleccionada (MAS).

El programa fue (y es) un éxito y al año siguiente con el objetivo de mejorar el área del puro controlado de la raza, Werthein le ofreció que sea el Responsable de Registros, que incluía los programas de PC, Base y MAS. Y así extendió por varios años su relación con la asociación.

El Lobo ha viajado muchísimas veces a Estados Unidos para sumar nuevas ideas y capacitarse

 

Al margen de que se sentía cómodo en el ámbito de trabajo, con el paso de los años al Lobo le empezó a surgir la necesidad de volver al campo. Entonces, con el visto bueno del presidente de Angus, retomó su tarea como asesor. Inició la cabaña El Rocío, un proyecto que hizo en uno de los campos de su abuelo materno con su hermana y su cuñado; y también empezó a desempeñarse en Cardosanto, cabaña ubicada en Chascomús dedicada exclusivamente al PC y en la que hoy continúa como genetista.

Ya sin Wherthein en la Asociación, en 2012 el Lobo dejó de trabajar para la entidad. Quería dedicarse 100% al asesoramiento: “Mi meta siempre fue estar en el campo, seleccionado, que es lo que hice toda mi vida”, explica.

“Tengo muchos clientes que no son cabañas, sino a quienes asesoro en la selección de la reposición, en qué toros usar en las inseminaciones masivas de rodeos comerciales, y también sigo con algunas cabañas”, cuenta ya saltando a su actualidad.

“La más importante siempre fue Cardosanto, que no compite en exposiciones, pero es muy sólida desde el punto de vista de las ventas. Es una marca muy consolidada en el mercado”, agrega.

La India

Más allá de la satisfacción que se nota siente por el posicionamiento que tiene Cardosanto, el Lobo también destila orgullo profesional por el crecimiento que ha tenido La India en los seis años que lleva bajo su asesoramiento. La cabaña de la empresa Quince Escobas logró rápidamente posicionarse entre los establecimientos destacados de Angus a partir de su excelente performance en la exposición del Centenario de la raza y en Palermo.

Los propietarios de Quince Escobas son platenses como el Lobo, pero el veterinario no los conocía. Es más, ellos lo contactaron a través de una red social. El poco ortodoxo comienzo de la relación entre las partes para el ambiente ganadero queda como una linda anécdota, porque ya desde la primera vez que se vieron las caras tuvieron química. “Me junté con la familia Sartí en Buenos Aires y se dio una simbiosis muy particular. Entonces, empezamos con un proyecto genético muy importante desde todo punto de vista, desde la pirámide, que es el pedigree hasta el rodeo comercial”.

El Lobo explica que La India ha tenido una evolución mucho más rápida de la que él mismo esperaba cuando inicio al proyecto. Y se refiere a que la cabaña pisó fuerte en todas las exposiciones que participó en 2021 y en este 2022. El año pasado, en la Nacional de Primavera en Tandil concurrieron con tres animales y lograron tres premios: un ternero fue primer premio, una ternera que fue segunda y otra fue tercera.

Este año fue un éxito rotundo para la cabaña: sacó la Reservada Gran Campeón Hembra Colorada en el Centenario; tres reservados de campeón en Palermo; y un primer y dos segundos premios en la Nacional de Primavera de Olavarría.

Está claro que el objetivo de La India no es ganar premios sino consolidar su proyecto genético y transformarse en una marca reconocida por los criadores. “Pero ganar un campeonato implica trabajar, tener una meta, ser constantes, sólidos desde la genética, ser respetuosos de los demás y también tener un poco de suerte”, dice el Lobo.

El sueño del pibe

Entonces la charla entró sola en el ámbito de la pista y las juras, otro aspecto destacado de trayectoria del Lobo. Es malo para recordar fechas, es casi imposible que le ponga año a los hechos que se transformaron en hitos para su historia en las pistas. En esa nebulosa aparece la exposición de Jesús María en 1982, la primera jura grande en el ámbito de las regionales que protagonizó en sus inicios. Y en 2007 su actuación en Colombia, en lo que fue su primera jura internacional: “Una experiencia espectacular”, asegura.

Más acá en el tiempo, las fechas son más fáciles de encontrar. “Juré dos veces la Nacional de Primavera de Angus (20213 y 2014) y una vez la Nacional de Otoño. Y en 2018 fui jurado en la exposición de Prado en Uruguay”.

Chiaravalli durante la jura en la exposición de Prado, la más importante de Uruguay

 

Y después de la invitación a la muestra más importante que se hace del otro lado del Río de la Plata llegó la oportunidad con la que siempre había soñado: Palermo. Así, en 2019 y con 65 años, el Lobo cumplía una meta que muy pocos alcanzan. “Es realmente una satisfacción única”, asegura.

Empezó a ir a Palermo a los 11 años por su abuelo, que criaba Hereford, y desde 1975 tiene asistencia perfecta en las juras de Angus. Por eso era cumplir el sueño del pibe ser el jurado.

“Yo lo tomé con mucha tranquilidad. No sentí presión, lo gocé. Era hacer lo que me apasiona y hago desde hace 40 años, pero en un lugar emblemático. Fue un privilegio”, dice.

La charla se extendió mucho más de lo pensado y si bien el Lobo puede estar hablando horas de ganadería, lo esperan en el campo para revisar unos toros. Entonces se despide y se va a hacer lo que le gusta hacer. Lo que hizo toda la vida.

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Angus, el trabajo de cabaña y la Fórmula Uno

Con más de cuatro décadas trabajando como asesor de cabañas, Néstor Chiaravalli participó de proyectos de distintos alcances, con menos y con más presupuesto, que ya estaban en marcha y también que se iniciaron con su intervención. Lo que nunca cambió es lo que él tuvo como norte. “El desafío siempre es posicionar la marca, acá hay mucha pasión, pero no deja de ser un negocio. Tanto en La India como en Cardosanto ese es nuestro desafío, y hacerlo en el menor tiempo posible”.

En ese contexto, la obtención de premios si bien es relevante no modifica el eje de trabajo. “Yo siempre traté de hacer proyectos productivos independientemente del premio. En el caso de La India, como yo veía que la hacienda venía muy bien participamos de exposiciones. Pero hay cabañas que son sumamente exitosas y no participan de ninguna exposición”.

El caso de Cardosanto, la cabaña ubicada en Chascomús y que se dedica exclusivamente al puro controlado, es un ejemplo -a los ojos del Lobo- de esa situación. “Los remates siempre fueron un éxito y eso se debe a que el producto es bueno”, explica.

El Lobo junto a Sergio Amuchategui en una de las filmaciones de la hacienda de La India para un remate de Rústicos

 

“Uno como asesor tiene que ser bueno para producir un producto que sea rentable, que la gente lo compre, y que puedas posicionar la marca de quien te contrata. Porque lo más importante de una cabaña es el producto, no los asesores, ni el cabañero, ni el veterinario, ni siquiera el dueño”, dice.

Y agrega: “Si el producto es bueno, no importa si estoy yo mañana o viene otro, o el propietario vende la cabaña, porque el producto va a seguir estando. Yo encaro los proyectos con esa filosofía”.

Para el Lobo, en el éxito de la cabaña tan importante como la aplicación de esa filosofía es la disponibilidad de recursos. “Para hacer una cabaña competitiva, independientemente de quién te asesore, tenés que contar con recursos para iniciar el proyecto con un plantel sólido”.

“Con recursos y mal asesoramiento vas a gastar plata sin sentido, pero con un gran asesoramiento y sin recursos es muy difícil que llegues a algo”, asegura. Y lo dice con conocimiento de causa: el proyecto de la cabaña El Rosario que comenzó con su hermana y su cuñado no pudo progresar porque la limitación de los recursos.

“Más allá del entusiasmo, si no contás por lo menos para poder iniciar con las mejores vacas o embriones de acuerdo a tu programa genético es complicado”, explica.

“Esto es Fórmula Uno. Y para correr tenés que tener un auto de F1, no podés competir con gomas recapadas”, graficó para cerrar su idea.

 

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Rústicos, el canal comercial y la satisfacción de poder formar parte

A partir del comienzo del proyecto de La India, la cabaña ubicada en Castelli que el Lobo Chiaravalli asesora desde hace seis años, el genetista intensificó su relación comercial con el consignatario Sergio Amuchategui a partir de la compra de hacienda de elite en los remates de Rústicos.

Es más, la primera vaca de pedigree que incorporó para La India la compró en una de las ventas del grupo de criadores de Tres Arroyos que comanda Amuchategui. “Con Sergio también comenzamos una relación personal, y cuando uno se lleva bien las relaciones comerciales son mucho más fáciles”, cuenta.

Entonces, cuando La India tuvo los primeros toros para vender, el consignatario tresarroyense y los criadores que conforman Rústicos, le abrieron las puertas para que se sume al grupo. “Así empezamos a formar parte de una remate muy importante, emblemático, que está buenísimo porque todos sus integrantes entienden que siempre hay que ir mejorando y superándose”, cuenta el Lobo.

El Lobo junto a Sergio Amuchategui y Mariano Castro en la exposición del Centenario de Angus

 

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