Arandú se ganó un lugar en el podio de Angus

La cabaña tresarroyense consiguió el Tercer Mejor Macho en Palermo 2022 y le agregó un premio pesado a los logros comerciales obtenidos en los últimos años. Con su genética instalada como una marca reconocida en todo el país, el desafío ahora es mantener lo logrado. Un repaso de la historia de este proyecto que en apenas ocho años consiguió una excelente consideración en el mundo ganadero

 

No pasaron más de 20 segundos entre que el jurado Javier Ezcurra eligiera al ternero de Arandú como Tercer Mejor Macho de Palermo y se diera el abrazo entre Federico Vizzolini y Juan García en la pista más emblemática de la ganadería argentina. Para muchos fue sorpresa, para el propietario de la cabaña, no. “Yo le tenía mucha fe. Estaba convencido de que podía ganar”, diría un rato después.

Fue consagratorio el paso de Arandú por Palermo, y fue la consecuencia directa de un plan de trabajo que comenzó apenas hace ocho años, aunque por las banderas logradas y la estatura que el nombre de la cabaña tresarroyense ha tomado a nivel país pareciera que tuviera una trayectoria muchísimo mayor de respaldo.

Federico Vizzolini se abraza con su asesor Juan García apenas unos segundos después de la consagración

En 2019, el último año de competencia antes de la pandemia, Arandú fue la segunda mejor cabaña Angus del país, se quedó con la Gran Campeón Hembra de la Nacional de Primavera y con el Reservado Gran Campeón Ternero en Otoño. En los dos años que siguieron, en los que no se realizó Palermo y apenas se organizó la Exposición de Primavera en octubre 2021, la cabaña tuvo una notable explosión comercial. Con los remates de Rústicos, logrando valores destacados con sus toros y vientres de pedigree, y también con la participación en las ventas televisadas de Alfredo S. Mondino.

Así fue que Arandú comenzó este 2022 como una marca consolidada a nivel país, habiendo vendido terneros, toros y vientres a Mendoza, Córdoba, San Luis, Santa Fe y a distintos partidos de la provincia de Buenos Aires. Faltaba entonces un logro trascendente en una exposición de peso.

Palermazo

“Esto es sublime. Habíamos tenido una buena actuación en la Exposición del Centenario, pero ganar en Palermo es incomparable”, explica Federico Vizzolini, la cara visible de la familia y del equipo de trabajo de la cabaña de Tres Arroyos que tiene a Juan García como asesor técnico.

“Hace seis meses Juan (García) me había dicho que veníamos muy bien con las ventas, que Arandú ya es una marca reconocida a nivel país, y para cerrar el ciclo nos faltaba un premio en una exposición importante. Nos fue muy bien en la exposición del Centenario, pero había que tener un logro en Palermo. Y se nos dio. Es un logro importantísimo porque nos llevamos la tercera bandera en un raza que cada vez está más competitiva”, cuenta Vizzolini.

En la jura de menores Arandú logró el Segundo Mejor Ternero de Palermo. Luego, en la fila final, se consagraría Tercer Mejor Macho de la muestra

“Sinceramente no me esperaba lograr lo que hemos logrado, y menos, en tan poco tiempo”, reconoce Federico sobre lo que ha ocurrido con Arandú en estos ocho años. Es más, él tampoco recuerda cuándo se puso la piedra fundacional de la cabaña, el que aporta el dato es García, el asesor y director genético del proyecto. En 2014 compraron donantes de Tres Marías y de Aitué para empezar a producir toros y vientres de pedigree.

“La primera venta de toros fue en 2017, en el remate de Rústicos ‘Máxima Selección Genética’”, agrega Juan. “Hoy se trabaja con tanta tecnología que el avance es mucho más rápido, el mejoramiento es más sencillo. Tiempo atrás hubiera sido imposible hacer lo que hicimos en Arandú”, completa. En otras palabras, el asesor propuso un proyecto genético y Federico invirtió y puso parte del equipo de trabajo a disposición del plan.

El origen

Hasta el nacimiento de la cabaña, que está ubicada en el establecimiento El Cholo, en San Cayetano, la base de la empresa ganadera de Arandú estaba en Malele, un campo de 12.000 hectáreas en la zona de Dolores, sobre la orilla de la Bahía de Samborombón. “Yo compraba algunos toros de pedigree para mis rodeos de cría porque me daban un plus, pero no en forma masiva. Lo conocí a Juan García porque él trabajaba con Hugo Buus y yo compraba los toros de La Segunda. Hasta que en un momento me propuso un proyecto que me interesó: Tres Marías quería vender algunas donantes y estaba buscando socios. Entonces me decidí a hacer la cabaña”, recuerda Federico.

Pesó en la decisión de aceptar la propuesta de García lo dificultoso que era encontrar toros de pedigree para Malele. “Habíamos visto que a medida que íbamos incorporando toros de pedigree mejoraba nuestro producto final. Pero no era sencillo comprar esos reproductores. Había que recorrer todos los remates de cabañas importantes, y de 15 toros podías elegir uno o dos, no había 20 para elegir. Entonces era complicado”.

Hasta el nacimiento de la cabaña, que está ubicada en el establecimiento El Cholo, en San Cayetano, la base de la empresa ganadera de Arandú estaba en Malele, un campo de 12.000 hectáreas en la zona de Dolores, sobre la orilla de la Bahía de Samborombón

La cabaña era un negocio doble propósito para Arandú. Por un lado producir toros de pedigree para la venta, por otro, para usar en Malele. El plan no podría haberle salido mejor.

“Empezamos a producir nuestros toros y hembras de pedigree para venta y para usar nosotros. Hoy ya estamos usando nuestras propias madres con nuestro nombre de la cabaña, con el prefijo de Arandú, que es Malele. Antes vendíamos con prefijo de Tres Marías, porque recibíamos embriones de ellos, los poníamos en nuestro campo y teníamos los nacimientos”, explica Federico.

“Tenemos madres de pedigree, que son las que lavamos para hacer embriones, y a su vez contamos con un plantel de pedigree a campo, con servicio natural de toros que elegimos nosotros. De ahí salen muchas hembras y machos que van a la venta en el remate de Rústicos”, agrega.

Tres Marías

Está claro, ha sido una evolución muy rápida la que ha tenido Arandú como cabaña. Y Federico entiende que la clave fue la piedra fundacional: las donantes de Tres Marías. “Nos ayudó mucho la consistencia de las madres. Todos los vientres con los que arrancamos dieron muy buenos productos todos los años, le pusieras el toro que le pusieras. La consistencia genética que hay atrás dio sus resultados”.

Con la mirada puesta en el mediano y largo plazo, Federico entiende que “el desafío más grande que tenemos es mantener la marca y la clientela. No queremos agrandarnos más, sino cuidar lo que hemos conseguido. Y para eso sabemos que tenemos que trabajar igual o más de lo que venimos trabajando hasta ahora”.

Y no hay dudas de que el plan le viene dando resultado.

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